miércoles, 1 de octubre de 2008

Para descifrar el recibo de sueldo. Primera parte.

UNA CAJA NEGRA EN EL RECIBO DE SUELDO

(Nota publicada en el Boletín 2008)

Todos los docentes rentados de la UBA -¡incluidos los de Económicas!- atravesamos un mismo inconveniente: además de anunciar una remuneración diminuta, la presentación del recibo de sueldo impide entender cuáles son exactamente los rubros que lo componen, tanto del lado de los ingresos como del lado de los descuentos. Dos circunstancias conspiran contra la claridad. En primer lugar, la definición de los códigos correspondientes a cada concepto se encuentra al reverso del recibo y, como se trata de tantos rubros distintos, no es difícil perderse en la maraña de números y letras diminutas. La segunda dificultad se asocia con la proliferación geométrica de nuevos códigos de tipo “P” (paralelos), “T” (transitorios) o “C” (complementarios), que pueblan el recibo como resultado de una política salarial errática, cambiante y siempre propensa a la adición de conceptos “en negro”.

Para comprender el contenido del recibo de sueldo, por consiguiente, hace falta poco menos que una piedra Rosetta o un buen diccionario de sánscrito. Así y todo, AGD – Económicas se ha propuesto descifrar uno a uno estos códigos, encontrando interesantes sorpresas.

Nos referiremos hoy al rubro 272 de la columna de los descuentos, cuya definición al dorso es “Caja Complementaria Docente”. Este rubro llama la atención no sólo por lo enigmático de esta institución, sino también por su cuantía, que asciende a nada menos que el 12,5% del magro “sueldo básico”, un porcentaje más que significativo.

Pero, ¿qué es “la Caja”? Esta fue creada en 1975, como una entidad civil sin fines de lucro administrada por tres representantes del Ministerio de Educación de la Nación y uno por cada uno de los gremios AMET, SADOP, CTERA y UDA. Su objetivo es complementar la jubilación de los docentes y abarca a docentes de todos los niveles, estatales y privados. Los docentes aportan a la Caja (hoy en día más de 184.000 docentes activos están afiliados) y luego, a la hora de jubilarse, reciben un “complemento” (actualmente son beneficiarias algo más de 69.000 personas). Pero para acceder al beneficio hay que acreditar el desempeño de servicios por un tiempo no inferior a 15 años, de los cuales 36 meses calendario, consecutivos o no, deberán estar comprendidos en el período de 60 meses calendario inmediatamente anterior al cese de la actividad. Además, hay que haber efectuado aportes al régimen complementario docente, como mínimo durante un período de 1 año.

A diferencia del caso de la docencia en otros niveles, para los docentes universitarios, la conveniencia de aportar a la Caja está obviamente condicionada por el régimen de la dedicación, el carácter principal o secundario de la actividad docente y del tipo de sistema jubilatorio por el que haya optado. Sin embargo, en el caso de los docentes universitarios –a diferencia de los otros niveles- la inclusión en este régimen no es obligatoria. Así y todo, la Universidad inscribe a sus docentes en la Caja ni bien comienzan a cobrar una renta, de forma automática e inconsulta. Para un docente que sólo cobra una dedicación simple –como la mayoría- y que no se jubilará con la docencia universitaria como ocupación primaria, probablemente no sea aconsejable sufrir el descuento.

Por lo tanto, si Ud. cree que no le conviene aportar a la Caja complementaria, cuando no utilizará luego el beneficio, el procedimiento es muy sencillo. Lo único que debe hacer es presentar una carta por mesa de entrada dirigida a la Dirección de Personal de la Facultad solicitando la cesación del descuento correspondiente al código 272, “Caja complementaria docente”.

Cualquier duda que tenga, tanto sobre los beneficios como sobre la conveniencia y modo de evitar el descuento, puede comunicarse con AGD-Económicas (agd.fce@gmail.com).

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